La edición del Mobile World Congress (MWC) que acaba de comenzar en Barcelona será recordada como aquella que dio el pistoletazo de salida a la conectividad 5G. Y es que, aunque llevamos hablando de esta tecnología varios años, es ahora cuando la mayor parte de los fabricantes está lanzando sus primeras propuestas equipadas con esta innovación.
Samsung, LG, Huawei, OPPO, ZTE, OnePlus, Motorola o Xiaomi son algunas de las marcas que han presentado, o se espera que lo hagan en breve, al menos un teléfono móvil con conectividad 5G. Pero hay algo que los usuarios no debemos pasar por alto: el smartphone es solo uno de los ingredientes de la receta. Y es que aunque compremos uno de estos móviles no podremos sacar partido al 5G hasta que las operadoras lleven a cabo el despliegue comercial de esta infraestructura. Así es como está realmente el panorama hoy.
Este es el impacto que tendrá la conectividad 5G en nuestro día a día
Antes de que indaguemos en el estado en el que se encuentra el despliegue de la tecnología 5G nos viene bien repasar qué mejoras introducirá en las comunicaciones frente a la modalidad de LTE que utilizamos actualmente, y también qué nuevos servicios va a hacer posibles. El organismo que se responsabiliza de la regulación de las telecomunicaciones en el contexto mundial es la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT), que, además, actúa como moderador entre las operadoras y la administración de cada país.
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La recomendación M.2083 de la UIT puede ayudarnos a identificar con claridad el alcance que tendrá la conectividad 5G cuando esté desplegada y los usuarios podamos acceder a ella. Esta norma plantea tres escenarios de uso diferentes. El primero de ellos es posiblemente el que resulta más tangible para los usuarios porque aspira a resolver el incremento del volumen de los datos que generamos cada uno de nosotros. Para alcanzar este objetivo estipula que la red debe ser capaz de asumir una densidad de usuarios y un tráfico mucho mayores que los que hace posible la infraestructura de comunicaciones de cuarta generación que utilizamos actualmente.
El segundo escenario es muy diferente al primero porque estipula que la infraestructura 5G también debe hacer posible un ecosistema IoT (Internet of Things) en el que una cantidad ingente de dispositivos puedan comunicarse entre ellos a través de enlaces que no requieren transferir grandes volúmenes de datos para resolver sus necesidades de comunicación. Además, su consumo energético debe ser mínimo.
La UIT plantea tres escenarios de uso que reflejan con claridad la importancia que tienen la elevada velocidad de transferencia de datos y la mínima latencia de las comunicaciones 5G en aplicaciones críticas
El último escenario que plantea la recomendación UIT-R M.2083 es también muy importante porque plantea la necesidad de contar con enlaces de muy baja latencia que puedan ser utilizados en aplicaciones críticas. La latencia es el tiempo que tarda en transferirse un paquete de datos dentro de la red, y cuanto más reducido sea este desfase temporal, mucho mejor. Las especificaciones definidas en las normas 5G en las que están trabajando las organizaciones involucradas en la definición del estándar proponen una latencia media aproximada de 1 ms, que es un valor incluso más bajo que el que nos ofrecen actualmente la mayor parte de las conexiones mediante fibra óptica, lo que no está pero que nada mal.
Sobre el papel, en circunstancias desfavorables la latencia no debería exceder nunca los 10 ms. La mejora si nos ceñimos a este parámetro frente a las comunicaciones 4G actuales es enorme, lo que debería tener un impacto muy positivo, por ejemplo, en el coche autónomo, que podrá enviar y recibir datos de forma casi instantánea. En este contexto esta prestación es crucial porque puede permitir a cada vehículo conocer en tiempo real el estado del tráfico y las carreteras, así como interactuar con otros coches de forma completamente automatizada para coordinar la conducción con seguridad.
La latencia media de los enlaces 5G será 1 ms y alcanzarán una velocidad máxima teórica de 20 Gbps
En cualquier caso, el alcance de las comunicaciones 5G va mucho más allá del coche autónomo y la Internet de las Cosas (IoT). Una prestación de esta tecnología que debería tener un impacto directo en nuestra experiencia como usuarios es la velocidad de transferencia que va a hacer posible, que alcanzará picos de 20 Gbps. Esta cifra es muy superior al Gbps que soporta el estándar 4G en condiciones ideales y en movilidad baja, según las especificaciones de la UIT. Pero si cabe más relevante es el hecho de que su velocidad de transferencia media no será inferior a los 100 Mbps, un rendimiento más atractivo que el que disfrutan actualmente muchas personas en su casa gracias a sus conexiones de fibra óptica.
La mínima latencia y la elevada velocidad de transferencia de las comunicaciones 5G también deberían tener un impacto positivo en las aplicaciones de realidad virtual y realidad aumentada, que podrán llegar a muchos más dispositivos. Incluso la inteligencia artificial debería verse reforzada debido a que esta conectividad inmediata permitirá recopilar muchos más datos capaces de describir nuestro comportamiento y el del entorno en el que nos movemos. No obstante, para sacar partido al ingente volumen de datos que será capaz de asumir la infraestructura 5G deberemos contar con sistemas big data que sean capaces de procesar y extraer información útil de estos datos masivos.
Estos son los retos que aún tiene por delante
El recurso más valioso sobre el que se cimenta la tecnología 5G, al igual que las demás infraestructuras de comunicaciones inalámbricas, es el espectro radioeléctrico. Las ondas radioeléctricas no entienden ni de naciones ni de fronteras, por lo que es imprescindible regular la utilización del espectro de radiofrecuencia tanto en el contexto nacional como internacional. Este es el reto más importante que aún tienen por delante las comunicaciones 5G.
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El organismo que se encarga de arbitrar la negociación entre las partes involucradas y de proponer soluciones es la sección de Radiocomunicaciones de la UIT (UIT-R), de la que hemos hablado varias veces ya a lo largo del artículo. Su misión es garantizar la utilización racional, equitativa, eficaz y económica del espectro de radiofrecuencias por todos los servicios de radiocomunicaciones, evitando, a la par, que se produzcan interferencias perjudiciales. Y aquí se incluyen también los servicios por satélite. Para que las prestaciones de las que hemos hablado unos párrafos más arriba sean posibles la UIT propone utilizar las bandas de frecuencias que hay por encima de los 24 GHz, y esta medida plantea varios desafíos.
El mayor reto que aún tiene por delante la tecnología 5G deriva de la regulación del espectro radioeléctrico
Por un lado, cuando se incrementa la frecuencia se incrementa también la velocidad de transferencia, pero, a cambio, se reduce la penetración de las ondas radioeléctricas, lo que podría perjudicar la cobertura en algunas zonas, como los interiores de los edificios. Además, las bandas de frecuencias por encima de los 24 GHz también se utilizan en las comunicaciones vía satélite, en aplicaciones de vigilancia de los recursos terrestres y el cambio climático, y en las comunicaciones meteorológicas, por lo que es imprescindible conciliar todos estos servicios definiendo reglamentos internacionales que definan cómo se debe utilizar el espectro de frecuencias adicional que requiere la infraestructura 5G. Y en este contexto, al parecer, queda mucho por hacer.
Pero esto no es todo. Y es que además del trabajo pendiente en materia de regulación del espectro radioeléctrico hace falta también definir las normas de certificación de los dispositivos 5G. Ya existen borradores, que son los documentos con los que están trabajando los fabricantes de módems y smartphones actualmente, pero hace solo dos días, el pasado 22 de febrero, el Global Certification Forum (GCF), que es el organismo que estipula qué requisitos deben cumplir los dispositivos, anunció que tendrá listo el paquete completo de tests de certificación de los chipsets, módulos y módems 5G a finales de 2019.
Estos tests de certificación son esenciales para garantizar que los dispositivos involucrados en las comunicaciones 5G se entienden correctamente y son fiables. Y, como podemos intuir, esta fiabilidad es crítica en los escenarios de uso que plantean el coche autónomo, la fabricación industrial automatizada, la realidad aumentada y la realidad virtual, entre otras posibles aplicaciones de la tecnología 5G.
El despliegue a gran escala empezará en 2020
Sí, los primeros smartphones dotados de conectividad 5G ya casi están aquí (si damos como buenas las fechas de lanzamiento que están manejando estos días las marcas), pero todo parece indicar que los usuarios aún vamos a tener que esperar para poder sacar partido a esta innovación. Las pruebas de la infraestructura llevan en marcha varios años en Japón, China, Estados Unidos, la Unión Europea y Corea del Sur, entre otros países. De hecho, si buscamos escenarios de test concretos resulta interesante saber que Intel y las empresas de telecomunicaciones Ericsson y Telia desplegaron en 2018 varias redes 5G para pruebas en Estocolmo (Suecia), Tallin (Estonia) y Helsinki (Finlandia).
Un vistazo al futuro que diseñan con el 5g: toda cosa estará conectada y permanecerá conectada por defecto
En España los principales operadores de telefonía móvil también llevan algún tiempo haciendo pruebas. De hecho, hace solo unos días nosotros mismos pudimos participar en una videollamada 5G efectuada con un móvil de Huawei sobre una red 5G real de Vodafone desplegada entre Barcelona y Madrid, y realizada sobre la banda de frecuencias de 3,7 GHz gracias a la adquisición de los 90 MHz contiguos que Vodafone oficializó el año pasado. ¿El resultado? Nos lo explican en profundidad nuestros compañeros de Consultores-TIC Móvil en su artículo, pero desde aquí puedo adelantaros que nuestras sensaciones son positivas.
Los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 darán el «pistoletazo de salida» definitivo a las comunicaciones 5G
Cabe la posibilidad de que a lo largo de 2019 alguna operadora de telefonía móvil tome la delantera y lance una tarifa comercial 5G a la que los usuarios podamos adscribirnos, tanto en España como en otros países. Pero, si sucede, lo más razonable es aceptar que las zonas de cobertura tendrán un alcance limitado, ciñéndose con toda probabilidad a las áreas más céntricas de algunas grandes ciudades, que es donde las operadoras están instalando actualmente sus nodos 5G para poner a prueba su infraestructura. No será aún un servicio disponible a gran escala.
La previsión de algunas de las compañías involucradas en el despliegue de las redes 5G, como Huawei, Intel, Samsung, Qualcomm o NTT Docomo, entre otras, parece más realista. Y es que según ellas el despegue definitivo del 5G se producirá durante los próximos Juegos Olímpicos de Tokio, en 2020, un evento que presumiblemente atraerá la atención tanto de los medios de comunicación de todo el planeta como de millones de personas aficionadas al deporte. Será, sin duda, un escaparate fantástico para la conectividad 5G, y las empresas involucradas aprovecharán esta tremenda visibilidad.
En cualquier caso, podemos hilar aún más fino. Y es que un documento publicado por GSMA (GSM Association), que es la asociación que reúne a las operadoras de telefonía y las grandes compañías de telecomunicaciones, revela con bastante precisión qué países van a tomar la delantera colocando en el mercado los primeros servicios 5G comerciales. Según este documento el primero de todos será Corea del Sur. Y es que la operadora KT Corporation ha anunciado que lanzará su primera tarifa 5G comercial en 2019.
NTT Docomo y China Mobile harán lo mismo en Japón y China, pero en 2020. En Estados Unidos, según este documento, la tecnología 5G llegará ese mismo año, aunque no precisa de manos de qué operadora. Y en Europa la situación no es muy diferente. De hecho, las principales operadoras europeas han publicado un manifiesto en el que anuncian que tienen la intención de comercializar servicios 5G en al menos una ciudad de cada país miembro en 2020. Así que, como estamos viendo, la fecha más plausible en la que las comunicaciones 5G comenzarán a estar disponibles es a lo largo del año que viene.
¿Merece o no la pena comprar ahora un móvil 5G?
La respuesta a esta pregunta no puede ser categórica. Como acabamos de ver, lo más razonable es aceptar que las primeras tarifas 5G comerciales comenzarán a llegar en 2020 (aunque puede que alguna se adelante a 2019). Aun así, esta tecnología, como es lógico, todavía no estará disponible de forma realmente masiva. Lo más probable es que su expansión a gran escala se lleve a cabo entre 2021 y 2022, por lo que, a priori, podemos considerar que el despegue definitivo del 5G se producirá durante esos dos años.
Hemos recibido la primera videollamada 5G: con un móvil final y una red real de Vodafone desplegada en Barcelona
En lo que concierne a los smartphones con módem 5G veremos que durante 2019 la mayor parte de las marcas lanzará al menos uno o dos modelos dotados de esta conectividad, y a partir de 2020 la mayor parte de los terminales la incorporará. Teniendo todo esto presente, ¿es interesante que nos hagamos ahora, a principios de 2019, con un móvil 5G? Para responder esta pregunta es imprescindible que, además de tener presente todo lo que hemos visto hasta ahora, introduzcamos en la ecuación un término adicional: la frecuencia con que renovamos nuestro teléfono móvil.
Para los usuarios que cambian su smartphone todos los años y suelen apostar por modelos de las gamas alta o premium es razonable admitir que la incorporación en el terminal de conectividad 5G no es una característica que merezca decantar la compra. Lo más probable es que aunque el terminal que van a comprar este año sea 5G no puedan sacar partido a esta prestación dada la falta de servicios 5G comerciales.
Sin embargo, para una persona que renueva su móvil con una frecuencia igual o superior a los dos años sí podría ser interesante hacerse ahora con un smartphone 5G. Eso sí, siempre y cuando ya haya decidido cambiar su terminal actual y le toque renovar. Es probable que durante 2019 no pueda acceder a servicios 5G, pero si vive en una gran ciudad cabe la posibilidad de que sí pueda hacerlo en 2020. Y en 2021, si decide estirar un poco más la vida útil de su móvil, tendrá un dispositivo preparado para acceder a las redes de comunicaciones que en ese momento sí deberían empezar a estar disponibles de forma masiva. En cualquier caso, esta es una decisión personal, y lo ideal es que cada usuario la tome sopesando previamente sus necesidades y el presupuesto del que dispone.
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