Hace tiempo que criticamos cómo muchas empresas niegan a los usuarios el derecho a reparar. Apple es una de ellas, y su última medida para controlar este segmento e impedir reparaciones no autorizadas agudiza el problema.
Nuestros compañeros de Applesfera apuntan a que hay razones lógicas para ello, pero lo cierto es que los nuevos iMac Pro o MacBook Pro con Touch ID y el nuevo chip Apple T2 hacen que sea prácticamente imposible toquetear el interior de estas máquinas sin herramientas que son exclusivas a esos servicios autorizados de reparación.
El chip T2 y la biometría como causas
Documentos internos de Apple obtenidos por MacRumors revelan cambios significativos a esa política de reparaciones que ya era de por sí estricta. La cosa se ha endurecido aún más, porque las nuevas características avanzadas de seguridad que proporciona el chip T2, los iMac Pro y los MacBook Pro de 2018 no podrán repararse completamente sin superar un software de diagnóstico de Apple.
Ese software es una suite de aplicaciones y herramientas limitada a su uso interno en las Apple Stores y en los Proveedores Autorizados de Servicio de Apple. El llamado “Apple Service Toolkit 2” no está disponible para terceras partes sin esa certificación, lo que plantea un problema de elección a quienes quieren reparar sus equipos en caso de problemas: o lo hacen en los centros certificados de Apple, o probablemente no puedan reparar y recuperar sus equipos.
Por el derecho a reparar nuestros dispositivos frente a las tecnológicas que lo ponen cada vez más difícil
La razón está como decíamos en el chip T2, que es una de las novedades de estos nuevos productos y que integra componentes que antes estaban separados. Entre ellos está el ISP, el controlador de audio, el de las unidades SSD o el SMC (System Management Controller).
Acceso súper restringido para proteger el Enclave Seguro
No solo eso: es en este chip en el que encontramos el coprocesador para el Secure Enclave, esa localización protegida de estos equipos que hace posible el arranque seguro de estos equipos, el cifrado de sus unidades de almacenamiento, y, desde luego, el uso de los lectores de huella dactilar que integran por ejemplo los nuevos MacBook Pro.
Si una persona no autorizada realiza la reparación, al encender el Mac tras la reparación se nos pedirá autenticación en ese servicio restringido. Solo personal certificado por Apple cuenta con esas credenciales, y si alguien que no las tiene enciende el equipo y no las introduce se encontrará con un equipo inoperativo.
Apple y los sabotajes bendecidos por el usuario
Como explicaban en Motherboard, este modelo se asemeja al de John Deere y al de fabricantes de coches, que introducen elementos electrónicos con códigos de diagnóstico específicos y que requieren herramientas especiales para poder repararlos.
En el caso de Apple tenemos las ya conocidas ‘Horizon Machine‘ que calibraban los sensores Touch ID de los iPhone y permitían repararlos, por ejemplo. Este nuevo conjunto de herramientas software es similar en esa aproximación, y lo que plantea es una reparación garantizada por esos servicios autorizados… o una crítica por los usuarios que quieren alternativas distintas.
Es lo que apuntaba en ese texto Kyle Wiens, CEO de iFixit, que comentaba cómo esta medida tiene “dos posibles explicaciones: o es una campaña sostenida de obsolescencia y quieren controlar el ecosistema y llevar las reparaciones a esa red que ellos controlan, o es la seguridad, pero no entiendo que una política de seguridad que no confía en el propio propietario del dispositivo pueda tener sentido”.
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Nuestros compañeros de Applesfera nos recuerdan que esta misma filosofía es la que se sigue en los dispositivos basados en iOS. La información privada que está protegida con Touch ID o con Face ID se salvaguarda con esos datos biométricos que se almacenan en el Enclave Seguro, y Apple no quiere que nadie pueda acceder a ese área sin estar certificado.
Cuando reparar productos de Apple sin su bendición nos convierte en forajidos
El problema es que como en ese caso este tipo de medidas limitan la capacidad de los usuarios para reparar sus dispositivos o para llevarlos a terceras partes que cuentan con las herramientas, piezas y experiencia técnica para hacerlo.
Hay todo un mundo tras esas reparaciones no autorizadas oficialmente por Apple. Lo contaban en un espectacular reportaje en MacRumors al hablar de ese mercado no oficial, oscuro y complejo de las reparaciones de los iPhone.
Hay empresas de diversa magnitud —algunas muy conocidas en este mundillo— dedicadas a crear componentes “aftermarket” para reparaciones de estos iPhone, y ellas cuentan por ejemplo con plantas de fabricación de pantallas y paneles digitalizadores utilizados en estos teléfonos de Apple.
Yo te maldigo, obsolescencia programada
El negocio generado es enorme porque sigue habiendo muchas tiendas que reparan esos teléfonos de forma no oficial. Solo en EE.UU. se calcula que hay 15.000 de esas tiendas, y todas ellas reciben componentes de proveedores que a su vez los reciben de fábricas en China.
Esos componentes, además, llegan con distinta calidad, y esa calidad de los componentes se paga en las reparaciones. En pantallas por ejemplo la calidad más alta la ofrecen los componentes “Premium”, y uno de los responsables de estas tiendas explicaba que si usas pantallas de otra calidad “verás diferencias radicales en su tiempo de respuesta, calidad, color y lo rápido que vuelven a romperse”.
Pero Apple, insistimos, se lo está poniendo más difícil que nunca a todos ellos, y al menos en el caso de los MacBook Pro y los iMac Pro las opciones para los usuarios se agotan. Con o sin razones lógicas —tratándose de Apple el debate está servido—, pero se agotan.
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