¿Tiene sentido jugar con una Game Boy en pleno 2017? Seguramente muchos habréis saltado de la silla gritándole a la pantalla un “¡PUES CLARO QUE SÍ!” bien sonoro, pero también puedo ver a otro montón de lectores que quizás no lo tienen tan claro o que, directamente, no saben muy bien lo que es una Game Boy.
La historia de la consola, como la de la propia Nintendo, ha sido mil veces contada, así que tampoco me voy a poner muy pesado con este tema. Pero vayamos por partes. Lo que he hecho, gracias a mis compañeros de Consultores-TIC, es jugar con una Game Boy durante una semana entera mientras grababa todo el proceso por el camino. El resultado es este vídeo:
Yo nunca tuve una Game Boy.
Empecé en esto de los videojuegos con una Vectrex, un trasto que probablemente muy pocos recordarán, para pasar a un MSX y posteriormente a una Sega Master System. De hecho, mi primera consola portátil como tal fue la Nintendo DS. A no ser que las Game & Watch, también fabricadas por Nintendo y de las que tuve un par de modelos, se consideren consolas a todos los efectos. En mi opinión no se pueden poner a la misma altura que la Game Boy o cualquiera de las consolas portátiles que saldrían años después, al fin y al cabo ofrecían un único juego por modelo, pero entiendo que pueda haber cierto debate al respecto.
Game Boy, un éxito rotundo para Nintendo tras haber triunfado con las Game & Watch
Lo que sí es cierto es que estas Game & Watch fueron un éxito para Nintendo, que las estuvo produciendo desde 1980 hasta 1991, y que funcionaron como las precursoras de la Game Boy, la cual fue lanzada originalmente en Japón el 21 de abril de 1989.
Ni qué decir tiene que la Game Boy fue todo un exitazo. Actualmente es la tercera consola más vendida del mundo con más de 118 millones de unidades (en esa cifra se incluyen los modelos originales, Pocket, Light y Color), sólo por debajo de la PS2 y la Nintendo DS. O lo que es lo mismo: es la segunda consola portátil más vendida de todos los tiempos. Casi nada.
La experiencia Game Boy en pleno 2017
A pesar de su tosca apariencia, lo cierto es que durante los días que pasé jugando con ella me pareció cómoda. Con una cruceta y los botones A y B como esquema de control no hay que andar adoptando posiciones extrañas con las manos para poder llevar a cabo mil acciones distintas. De hecho, los dos juegos que tuve a mi disposición fueron el ‘Tetris’ y el ‘Dr. Mario’, que viene a ser una especie de clon vírico del juego de Alexey Pajitnov, con lo cual la complejidad a la hora de machacar botones es tirando a nula.
Tampoco es que pese tanto como su aspecto de ladrillaco podría dar a entender. Y aquí tengo que aclarar una cosa: en el vídeo digo 400g cuando en realidad la Game Boy pesa 220g, una cifra muy similar a los 230g de la Nintendo 3DS y bastante por debajo de los 398g que pesa la Switch con los Joy-Con acoplados. Colleja para mí, espero que podáis disculparme por el gazapo.
Donde sí se le ven claramente las costuras a una consola fabricada hace casi 30 años, ojo ahí, es en la pantalla. En el lateral izquierdo hay un selector de nivel de contraste que, en realidad, no sirve de mucho. Es decir: lo único que he hecho para ajustarlo es mover la rueda hasta dar con el punto óptimo, que siempre es el mismo, con lo cual si hubiera venido prefijado no habría sido necesario el selector.
“¿Pero entonces qué sucede cuando la iluminación del entorno varía, como por ejemplo al jugar al aire libre en una zona soleada? Para eso estará el contraste”, os escucho pensar a más de uno. Y la respuesta, al menos la que me he montado yo tras haberla probado tanto en casa como fuera, es que sigue sin ser útil. La pantalla de la Game Boy no está preparada para hacerle frente a los reflejos, y jugar en un parque a pleno sol es prácticamente imposible. Ni contraste ni gaitas.
Probando la Game Boy Camera y la lupa
La Game Boy tuvo algunos accesorios de lo más locos. Me hubiera gustado probar la Game Boy Printer, una impresora térmica que se conectaba a la consola y que permitía imprimir las fotos tomadas con la Game Boy Camera, pero no tuve acceso a ninguna. Con la cámara, lanzada por Nintendo en 1998, sí pude trastear. Y lo cierto es que me gustó mucho la idea.
Ahora estamos acostumbrados a que los móviles lleven cámaras de gran calidad, y es fácil sacar fotos decentes e incluso mejorarlas antes de compartirlas con el mundo en nuestra red social preferida, pero a finales de los 90 lo guay era poder enchufarle una cámara a la consola portátil y hacer fotos pixeladas. Lo habréis visto en el vídeo: la cámara se inserta en la parte trasera de la consola, como si fuera un cartucho más, y ofrece la posibilidad de alternar entre hacer fotos a lo que vemos, como si usáramos la cámara trasera del móvil, o hacernos un selfie girándola para que quede como una frontal.
Si queréis ver más fotografías de este tipo, en VidaExtra publicamos una buena recopilación de imágenes y, además, un tutorial sobre cómo hacer que una foto actual tenga el aspecto pixelado y retro que ofrecía la Game Boy Camera.
El otro accesorio al que tuve acceso durante la semana de prueba de la consola es la lupa (o al menos a una de ellas, ya que salieron varias de distintos fabricantes). Una lupa que no sólo permite ver con un poquito más de detalle lo que sucede en pantalla -y cuando digo “poquito” es porque realmente tampoco había mucha diferencia entre usarla o no-, sino que incorpora iluminación extra gracias a un par de pilas. Es decir, que casi es más útil por la parte de la luz adicional que por el aumento de la lupa en sí.
Lo que sí me ha quedado claro tras pasar estos días con la portátil es que la veo más como un objeto de coleccionismo/nostalgia que como una consola a la que darle uso a diario en pleno 2017 (o a finales, más bien, y a punto de entrar en 2018). Con la oferta actual de consolas de sobremesa y portátiles que tenemos, no he encontrado ninguna excusa verdaderamente potente como para coger la Game Boy y echarle horas más allá de la prueba para realizar el vídeo que acompaña a este texto o echar algo de lagrimilla.
En definitiva, es evidente que la Game Boy es una parte importantísima de la historia de los videojuegos y doy gracias a Nintendo por haberla creado y haber entretenido a generaciones de jugadores, pero mi única excusa para tener una en la actualidad sería por puro coleccionismo. O para hacer algunas fotos, mira por dónde.
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