Nuevos datos filtrados del HomePod de Apple han permitido revelar el que podría ser el esquema de diseño del iPhone 8. Según ese esquema este nuevo smartphone llegará con un diseño sin marcos en pantalla que tendrá otra gran novedad con sus antecesores: el desbloqueo será a través del reconocimiento facial y no a través del lector de huella dactilar.
Los rumores sobre la desaparición de Touch ID se han ido sucediendo en las últimas semanas: la dificultad de situar esta tecnología bajo la pantalla parece ser enorme, y en lugar de situarlo en la parte trasera los datos apuntan ahora a esa cámara frontal infrarroja para el reconocimiento facial. ¿Es de verdad esta la mejor alternativa para un móvil?
Bendito Touch ID
Todos los que trabajamos analizando dispositivos móviles y otros productos de tecnología hemos tenido la oportunidad de asistir a esa inclusión cada vez mayor de sistemas biométricos para añadir una capa más de seguridad a nuestros dispositivos. Cuando Apple presentó Touch ID en los iPhone 5S en septiembre de 2013 dio un paso fundamental para que los sensores de huella dactilar acabaran formando parte de nuestros smartphones.
Estos sensores han demostrado ser un mecanismo fantástico para desbloquear nuestros terminales, y lo es porque lo usamos de forma absolutamente natural: la propia forma de agarrar nuestros dispositivos móviles hace que el gesto de poner el dedo en estos sensores, estén situados delante o detrás —esa es otra guerra— sea instantáneo y hasta ergonómico.
La característica está ya tan “imbuida” en los teléfonos de nuestro tiempo que contar con un dispositivo sin sensor de huella (o con uno malo) es casi una aberración. Es una de esas características que uno echa de menos especialmente cuando la ha tenido y se la quitan, y eso precisamente deja claro lo importante que ha acabado siendo para la usabilidad de nuestros dispositivos y ese aumento de la seguridad.
El reconocimiento facial como alternativa
El avance de los sistemas biométricos en nuestros dispositivos se ha dejado sentir especialmente en otro área: el del reconocimiento facial y de iris que han demostrado ser también métodos muy apropiados para añadir esas mismas prestaciones.
La característica, eso sí, se ha dejado sentir especialmente en portátiles basados en Windows. La tecnología Windows Hello que ya forma parte de Windows 10 es aliada de todo tipo de sistemas biométricos, pero es en las cámaras frontales en las que más se ha notado esa presencia, y lo ha hecho con el mismo éxito que el que Touch ID tuvo inicialmente en los iPhone.
De repente pocos imaginamos un futuro en el que los portátiles no integren algún sistema biométrico, y de hecho la tendencia apunta a que esto se convertirá en la norma muy pronto, y no en la excepción.
Esos sistemas de reconocimiento facial y de iris, no obstante, no han aparecido únicamente en portátiles, y ya pudimos comprobar lo bien que funcionaba este método en los Lumia 950/XL de la propia Microsoft.
La usabilidad manda (o debería hacerlo)
El debate por tanto no está en si estos sistemas sirven o no de algo: lo hacen. El debate está en el mejor método para cada caso de uso, y ese es el interrogante que plantean los nuevos datos que llegan sobre el iPhone 8. ¿Es buena idea quitar el sensor Touch ID y sustituirlo por el reconocimiento facial o de iris? Este es uno de los últimos vídeos con un concepto artístico del hipotético diseño del iPhone 8:
Personalmente creo que la experiencia de usuario se verá perjudicada, al menos ligeramente. Como indicaba al hablar del lector de huella dactilar en móviles, nuestra propia forma de usar estos dispositivos hace que usar estos sensores sea natural. El gesto de tocar con un dedo el sensor sale solo, no es forzado. Usamos el smartphone directamente tocando en esos sensores, sin más.
Con el reconocimiento facial ocurre lo mismo: cuando abrimos el portátil miramos a la pantalla, así que una cámara que aporte la capacidad de añadir esa tecnología de reconocimiento facial o de iris es perfecta para ese desbloqueo de la sesión (u otros). No tenemos que hacer nada especial porque ya estamos mirando a la pantalla. El gesto no es forzado, es absolutamente natural.
No ocurre exactamente lo mismo cuando usamos el móvil: si queremos usar el reconocimiento facial en un smartphone, tendremos que mirarlo directamente. El gesto es forzado y mucho menos natural aunque efectivamente uno use el móvil mirando la pantalla. No obstante lo hacemos desde todo tipo de ángulos y en todo tipo de posiciones, y ahí el sensor de huella plantea una solución —insisto— más natural.
Algo parecido podríamos decir del lector de huella en los portátiles. Esta tendencia se está imponiendo también en algunos modelos de las últimas hornadas, y hemos comprobado lo excepcionalmente bien que se pueden comportar en estos equipos. Aún así, uno tiene que “acercar el dedo al sensor”, un gesto no tradicional y al que debemos acostumbrarnos cuando precisamente ya estábamos acostumbrados a lo otro, que es precisamente lo natural: usar el portátil mirándolo.
Es probable que si el iPhone 8 integra finalmente el reconocimiento facial su propio diseño sin marcos nos recuerde inmediatamente que tenemos que mirarlo para desbloquearlo, pero personalmente echaré de menos Touch ID si desaparece en estos móviles. Puede que Apple acabe haciendo una gran integración del reconocimiento facial y de iris en los iPhone 8, pero ¿será capaz de superar la experiencia que hasta ahora ha ofrecido Touch ID? Lo veo muy, muy complicado.
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