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Una inteligencia artificial ha tomado posesión de una estación espacial que orbita cerca de la Tierra. Un equipo de operaciones encubiertas, entre los que nos encontramos, será el encargado de la misión de rescate. Por el camino aparecerán robots, drones y otros obstáculos que debemos superar para sobrevivir y cumplir con nuestro objetivo.
Ésa es la premisa de ‘Singularity’, el nuevo videojuego de Zero Latency Madrid, un centro de realidad virtual en el que tendremos que movernos (sin cables) por una superficie de 200 metros cuadrados. Estuvimos probándolo y ésta fue nuestra experiencia:
Inmersión total
‘Singularity’ es un juego cooperativo en el que hasta seis personas tendrán que combatir contra la citada inteligencia artificial. A cada miembro del equipo se le adjudican unas gafas de realidad virtual (con una especie de antena), unos auriculares, un rifle y una mochila con un portátil Alienware adaptado.
Antes de entrar en la zona de combate, se nos dan unas instrucciones básicas, entre las que se encuentra la manera de regular el enfoque (si usas gafas graduadas no puedes entrar con ellas puestas, aunque yo soy miope y no tuve ningún problema), cómo reaccionar si nos chocamos contra un compañero o la pared o el funcionamiento de nuestra arma:
Como se aprecia en la imagen, aparte del gatillo, tenemos un botón para cambiar de tipo de arma y munición (láser, escopeta, daño de área y metralleta), una corredera para recargar y otro botón en la parte inferior para recargar. El rifle pesa y eso ayuda a que la experiencia sea aún más real dentro del juego (no sientes que tengas un juguete en la mano). La mochila también pesa y en total cargamos unos 3 kg.
Lo que vemos dentro de las gafas, aparte del escenario con el que tenemos que interactuar, es nuestra barra con nivel de vida, munición restante y tipo de arma que llevamos equipada. Además, aparece un círculo blanco a modo de rádar en el que localizamos a nuestros compañeros. Si nos acercamos mucho a uno de ellos, escucharemos una sirena muy molesta que nos invitará a alejarnos. Lo mismo sucede si nos acercamos a una pared.
Las sirenas son importantes porque cuando estás jugando el primer impulso que sientes es correr, saltar y, en definitiva, comportarte como si estuvieras en un campo de batalla de verdad. No olvidemos que, aunque juegas en una superficie sin obstáculos físicos, chocarse contra una pared con la emoción del momento puede acabar en accidente curioso (imagina cuando en el hospital te pregunten cómo te has hecho eso la cabeza).
Por las dudas: sí, tenemos que movernos físicamente por el recinto y también tendrás que ponerte de acuerdo con tus compañeros. Habrá momentos en los que cada jugador deba ocupar una posición para abrir una puerta o repartir puntos de defensa (porque los enemigos vienen por todos lados). Para ello, cada jugador tiene un micro con el que comunicarse y, además, una persona de la organización de Zero Latency nos irá guiando a medida que avancemos.
Lo que hace la experiencia tan inmersiva, aparte de lo intuitivo que es el propio juego, es que te puedes mover libremente, sin cables, sin miedo a que el sensor no reciba luz (como en otras tecnologías como PlayStation VR y ‘Farpoint’). Probablemente sea lo más cercano que todos teníamos en la cabeza cuando escuchamos hablar de videojuegos en realidad virtual.
¿Marea? No. Como cada uno de los movimientos que haces se corresponden con lo que ves en las gafas, no se produce esa sensación de mareo o desestabilización que hemos vivido en otros juegos VR. Sí sentirás vértigo (hay un momento en el que tendrás que cruzar una pasarela estrecha que cuelga a una gran altura) y adrenalina (cuando te gires y te des cuenta de que estás rodeado de drones asesinos).
La tecnología detrás de ello
El casco de realidad virtual está basado en la plataforma abierta OSVR, los auriculares son unos Razer, la mochila que llevamos es un portátil adaptado Alienware y el rifle es una arma simulada en 3D.
Nos han contado pocos detalles sobre la tecnología que hace posible que podamos movernos y que no haya retardos dentro del propio juego (el nombre Zero Latency está bien justificado), especialmente porque todavía está pendiente de patentar.
Sí nos explicaron que un sistema de cámaras rastrea los movimientos de los jugadores, envían una señal a un servidor, se procesa y se devuelve a las mochilas de los participantes. Ahí se renderiza la imagen que vemos en las gafas, así que imaginamos que la capacidad de proceso de los portátiles será muy alta para que puedan funcionar en tiempo real y sin retardos.
Al parecer, se ha probado con éxito en modos de hasta 16 jugadores y en superficies más grandes (la original Zero Latency, con sede en Melbourne, cuenta con un campo de batalla de 400 metros cuadrados).
¿Veredicto?
Es una experiencia muy buena, pero también cara. Cada jugador tendrá que pagar entre 35 y 39 euros y una sesión dura entre 27 y 30 minutos. Sin embargo, es la mejor experiencia de juego en realidad virtual que hemos probado hasta la fecha y sólo por eso merece la pena probarla: realista, inmersiva y muy divertida. Acabarás sudando de la actividad física y, lamentablemente para tu bolsillo, con ganas de más.
Más información y reservas en la web de Zero Latency Madrid.
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