La toma de contacto no era suficiente para contarlo todo sobre el nuevo Nokia 3310 edición 2017. Llevo usándolo como teléfono principal durante una semana. Hola, movimiento slow, adiós WhatsApp y vida moderna.
El primer día, ¿y ahora qué?
No me considero una persona especialmente pegada al móvil. No suelo sacarlo del bolsillo más allá de ocasiones puntuales (subir o bajar volumen, atender una llamada, buscar una localización en Google Maps o Citymapper, etc.) y, por tanto, la idea de usar un Nokia 3310 2017 como dispositivo principal no me parecía descabellada. Hasta que le metí la tarjeta SIM y la microSD y guardé en un cajón mi S7.
Comunicarse con un mundo conectado a través de WhatsApp y Facebook (y Telegram en el mejor de los casos) se hace especialmente complicado con este Nokia. Sí, tiene aplicación oficial de Facebook, Facebook Messenger y Twitter, pero la conexión 2G acaba instalándote una norma en el cerebro: es como si no existieran. Te acabas haciendo a la idea de que si necesitas algo, debes llamar por teléfono.
Lo de enviar un SMS es una alternativa, sí, pero el primer día me di cuenta de que es poco útil. Quien recibe el mensaje te acaba escribiendo por WhatsApp para responderte. Para cuando yo lo vea, (normalmente por la noche, cuando llego a casa, enciendo el ordenador y conecto WhatsApp Web por si hubiera algo importante) aquello que preguntara o necesitara ya no tendría mucho sentido.
Otro problema añadido: el teléfono no era capaz de importar los contactos de mi tarjeta SIM. Si necesitara llamar a alguien, tenía dos opciones: saberme su número de memoria o mirarlo en Contactos dentro de Gmail (a ritmo de 2G). Claro, probé a importar los contactos desde el propio Gmail, pero no hubo manera. De nuevo, tendría que esperar a llegar a casa después de la jornada laboral para solucionarlo. Una vez allí saqué el S7 del cajón, le puse mi tarjeta SIM y me pasé vía bluetooth los contactos al Nokia:
Ahora sí, tengo los contactos metidos en el Nokia, he revisado las redes sociales y WhatsApp y el mundo sigue como esta mañana. He de reconocer que no tener ese conexión inmediata con el mundo me inquietaba, aunque ahora que tengo la agenda de contactos dentro creo que me hará sentir menos ermitaño.
¿Problemas del primer mundo?
Dicen que lo más duro de empezar a hacer algo nuevo es justo eso, empezar, así que pensaba que después del primer día todo iba a ir rodado. Pues no.
Es por la mañana, temprano. Subo al metro para ir a trabajar. Tardaré una media hora en llegar, así que saco el Nokia del bolsillo para responder varios mails. Normalmente tengo la sensación de pasar desapercibido en el vagón, pero este Nokia es un imán de miradas.
Algunos se ríen, otros miran con incredulidad y otros le susurran a quien va con ellos “mira ese Nokia”. De hecho, hubo un día que un chico de lejos gritó “¡qué p^ amo!”. Esto no me incomoda, yo sigo a lo mío. El problema viene cuando “lo mío” se transforma en tener que abrir Snake para no tener que ir mirando al techo. Si la conexión 2G es lenta, en el metro lo es más y lo de responder e-mails no es buena idea. Luego recordé que tenía la tarjeta microSD con música dentro o que podía escuchar la radio, así que me reservé ese momento para la vuelta a casa. Hay que saborear los pequeños placeres de la vida (Spotify Web, por cierto, no funciona).
Llego a la oficina, me reencuentro con la Wi-Fi, con el mundo y su vorágine. Los peores días eran los que había que salir de la oficina para una rueda de prensa o una reunión. Tienes claro dónde tienes que ir, pero muchas veces no cómo tienes que llegar o no memorizas la ruta entera. Para eso están las aplicaciones.
Pues bien, voy con el tiempo justo, me encuentro en mitad de la calle y no sé a dónde tengo que ir ahora. Estoy en un barrio que no conozco bien. Mi instinto es abrir Google Maps. Desenfundo el Nokia rezando para que Google Maps funcione. Nope.
Afortunadamente estaba cerca del sitio al que tenía que llegar. Lo bueno fue otro día. Me encontré en la misma situación de no saber cómo llegar a un lugar donde había quedado (y sí, te das cuenta cuando ya estás en el metro). Pregunté a varias personas y siguiendo sus indicaciones acabé perdido y tardé una media hora en ubicarme. ¡Yay!
A partir del cuarto día empecé a mirar las rutas antes de salir de casa. Lección aprendida.
Me gusta hacer fotos
Soy el típico que si ve un atardecer bonito, saca el móvil y toma una foto. O si como algo rico, foto. O si voy a un concierto, foto y también vídeo. Voy a ahorrarme compartir más ejemplos porque no aportan más a los que ya puse en la toma de contacto, pero este Nokia hizo que se me quitaran las ganas de hacer fotos. ¿Para qué? No las puedo compartir y no sirven de recuerdo porque no se ven bien.
Bueno, no pasa nada, entraré en Instagram para ver fotos de las personas a las que sigo y matar el gusanillo. Incluso puedo subir una foto hecha con el Nokia para hacer la gracia. Por favor, que Instagram funcione. ¡Bien!
Guille y Cebolla me alegraron mucho a pesar de la triste calidad de imagen. La alegría no duró mucho. No se pueden subir imágenes a Instagram desde el móvil 🙁
¿Seguro que WhatsApp no va?
Seguro. ¿Has probado la versión web? También, y nada. Lo máximo que conseguirás es acceder a… esto:
Bueno, no hay problema. Con Telegram Web habrá más suerte. No. Es cierto que carga e incluso te deja configurar el número del prefijo, pero no hay manera de introducir tu número de teléfono para continuar. Además, ese candado en la parte superior derecha no puede ser bueno:
Lo dicho, o te comunicas por llamadas, SMS o un lento y desesperante Facebook Messenger.
Encontrándole el sentido a esto
No nos engañemos. No hacían falta siete días con el Nokia 3310 para saber que no es un smartphone y que, por tanto, nadie puede pretender hacer uso de él como si lo fuera. De eso no creo que haya dudas. Sin embargo, este tiempo con él me ha servido para apreciar mejor posibles usos que pueden adaptarse a distintos tipos de usuarios.
Por ejemplo. Llegó el fin de semana y me fui al campo a descansar y desconectar. No hay presión de notificaciones y ese atardecer que me habría apresurado a fotografiar con mi smartphone lo disfruté como algo más genuino. Para mí. Este Nokia 3310 definitivamente te da más tiempo para ti. Si hubiera una urgencia o alguien necesitara algo de mí, me llamaría seguro.
Otro ejemplo. Fui a un concierto y, por primera vez en mucho tiempo, me adentré a la masa de gente saltando sin miedo a que se me pierda o se me rompa la pantalla del smartphone. Y no porque este nuevo Nokia sea tan resistente como el de hace 17 años (haremos test de todas maneras para comprobarlo), sino porque en el fondo no te duele tanto que se rompa o pierda un móvil de 59 euros. Creo que es ideal para cuando te vas de festival de música, a la playa o incluso si te dedicas a trabajar en profesiones que puedan poner en riesgo tu terminal (como la construcción).
Otro punto a favor es la batería. Han pasado siete días y no he tenido que cargarlo. Y os aseguro que he hablado por teléfono, jugado (mucho) al Snake y a sus otros juegos, escuchado música, intentado fallidamente navegar por Internet y hecho alguna foto que otra.
¿Y para gente mayor qué tal? No lo recomendaría a priori. La experiencia de usuario en general es muy mejorable. Desde que no es fácil quitarle ni la carcasa ni la batería, pasando por que no importa bien los contactos de tu SIM hasta que no se puede modificar a placer el tamaño de la letra y menú (las opciones son muy limitadas e insuficientes), creo que una persona mayor no se adaptaría bien a este Nokia 3310.
En conclusión: sí, es una maniobra de marketing, pero tiene sentido para según qué casos. Si te has sentido identificado con alguno de los que hemos expuesto, ve a por él de cabeza. Si incluso asumiendo que tiene cierta lógica para determinadas personas te sigue pareciendo una bobada, entonces está claro que no es para ti.
Yo me quedaré con él para cuando necesite desconectar o cuando vaya a un festival de música.
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