Pocos le conceden a Microsoft el mérito de haber impulsado la categoría de equipos convertibles o “dos en uno”, pero desde luego su familia Surface Pro ha sido responsable de crear una tendencia que luego el resto de fabricantes han seguido con todo tipo de alternativas.
Esa familia se renueva ahora con el nuevo Surface Pro, que se olvida de la numeración y que lo hace con una evolución madura en la que sobresalen los aciertos pero en la que también hay inexplicables conflictos. Veamos cuáles son unos y otros.
Especificaciones técnicas
La hoja de características del nuevo Surface Pro demuestra esa evolución esperada y evidente que ha sufrido la configuración hardware del equipo desde que los Surface Pro 4 aparecieran a finales de 2015.
En ese año y medio hemos asistido a muchos cambios en diversos terrenos, y en algunos de ellos (pero no en todos) Microsoft ha aprovechado esa evolución para integrar nuevos y mejores componentes.
Surface Pro (2017) | |
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Pantalla | 12,3 pulgadas PixelSense resolución 2.736 x 1.824, ratio 3:2, densidad de 267 ppp |
Tamaño | 292 x 201 x 8,5 mm |
Peso | 786 gramos (sin teclado) |
Procesador | Intel Core i5-7300U |
Gráficos | Intel HD Graphics 620 |
RAM | 8 GB |
Disco | 256 GB |
Sistema operativo | Windows 10 Pro |
Conectividad | Wi-Fi 802.11ac, Bluetooth 4.1 |
Cámaras | Trasera 8 Mpíxeles con autoenfoque, frontal 5 Mpíxeles con autoenfoque y soporte Windows Hello |
Puertos | USB 3.0, lector de tarjetas Micro SD, Mini DisplayPort, puerto de funda / teclado, Surface Connect, puerto auriculares |
Precio | 1.499 euros |
Eso queda claro desde luego en la nueva familia de procesadores Kaby Lake que adoptan los nuevos Surface Pro. Tenemos el Core m3, el Core i5 (modelo que hemos analizado) y el Core i7 como protagonistas, y en los dos primeros hay una nota destacable: en ambos casos la refrigeración es pasiva, lo que permite a ambas variantes funcionar de forma totalmente silenciosa.
Nosotros lo hemos podido comprobar en el modelo analizado, que era el basado en el Core i5 y que desde luego pone a prueba ese sistema de refrigeración de estos equipos. El resultado, como pudimos verificar, era esa ausencia total de ruido, y aunque es cierto que en tareas intensivas la parte trasera de la pantalla se calienta de forma sensible, nuestra sensación es que aquí Microsoft tiene las cosas bajo control.
Hay mejoras en otras áreas como las cámaras. La presencia de la cámara trasera puede ser discutible en un equipo con esta orientación, pero la opción de poder sacar fotos con el equipo siempre es interesante y desde luego nos puede sacar de un apuro.
Mucho más interesante a nuestro juicio es la cámara frontal con soporte para Windows Hello que permite aplicar reconocimiento de caras para poder iniciar sesión sin contraseñas. Como ya comprobamos en otros equipos con esta tecnología, lo cierto es que su integración es una verdadera bendición a la hora de autenticarnos de forma directa e instantánea. Este es uno de esos detalles que esperamos encontrar pronto en muchos más equipos portátiles y convertibles.
Nuevo Surface Pro, análisis en vídeo
La falacia USB-C
Cuando Microsoft lanzó tanto sus nuevos Surface Laptop como sus Surface Pro lo hizo con un discurso idéntico: el puerto USB-C no está presente en estos equipos porque USB-C por el momento tiene demasiadas opciones y eso provoca confusión a los usuarios.
Es cierto que este tipo de conector ha dado lugar a malentendidos y a problemas en la elección del cable adecuado para según qué accesorio, pero también lo es que esa situación se está normalizando. Lo que le pediríamos a Microsoft era algo lógico para los tiempos que corren: un puerto USB-C con interfaz Thunderbolt 3.
La razón es simple. Microsoft conserva tanto el puerto Mini DisplayPort para monitores externos como el puerto Surface Connect para cargar el equipo con el conector propietario de esta empresa. Ambas cosas podrían hacerse con un USB-C con interfaz TB3 como el mencionado, y de hecho Mini DisplayPort hace necesario disponer de un adaptador o de un cable especial. Aunque los cables de Mini DisplayPort a Mini DisplayPort o a DisplayPort a secas son más populares que los cables USB-C con distintas interfaces, acabaremos necesitando unos u otros, y eso es exactamente lo que Microsoft critica a USB-C.
Esa hipocresía también es aplicable como decíamos al puerto de carga. El cargador de este equipo no es retrocompatible con algunos modelos de Surface Pro anteriores, y los de los Surface Pro anteriores tampoco lo son con este, lo que convierte al cargador de este equipo en algo irreemplazable. Un puerto USB-C facilitaría este escenario, creemos, y la negativa de Microsoft es curiosa si plantea este modelo como una apuesta a largo plazo. No lo es mucho cuando el que será el conector de facto en pocos años no está presente.
Un diseño difícil de mejorar
El nuevo Surface Pro ha hecho buen uso del “si funciona, no lo toques” y ha aplicado pocos cambios en el diseño. Esa construcción es una vez más impecable, con un formato de pantalla 3:2 con esos bordes ligeramente inclinados que son seña de identidad de los Surface Pro y que están dominados por ese material metálico que curiosamente es más cálido de lo que uno podría imaginar.
El tacto de esos bordes y esa trasera metálica es muy agradable, nada “frío”, y como siempre la seña de identidad del logotipo cromado de Windows deja bien claro que estamos ante un producto de la familia Surface. El color gris es protagonista en esa parte, mientras que en el frontal el cristal y el negro de unos marcos generosos (pero no exagerados) lo dominan todo.
En el borde superior encontramos el botón de encedido y los controles de volumen, mientras que en la parte izquierda encontramos el conector Mini DisplayPort, el USB y el Surface Connect. En el borde izquierdo solo tenemos el conector de auriculares, mientras que el borde inferior está dedicado al conector magnético del teclado Surface (o del Dock) para esta tableta convertible.
La parte más llamativa de todo ese diseño es el soporte abatible, que en esta ocasión se ha refinado aún más —y ya era difícil— para ampliar el ángulo máximo de los 150 a los 165°. Bajo ese soporte abatible, por cierto, está escondida la ranura MicroSD. La tablet como tal pesa 786 gramos, a los que hay que sumar los 310 de la funda teclado oficial de Microsoft que permite usar este equipo como un portátil al uso. Por cierto, Microsoft, no intentes convencernos de lo contrario: esto (por sí solo) no es un portátil. No lo vendas como tal.
Microsoft ¿Por qué vendes esto como un portátil cuando no lo es (sin pagar más)?
El artículo oficial de presentación del Surface Pro redactado por el mismísimo Panos Panay —máximo responsable de la familia Surface— este directivo hizo algo curioso: no utilizó ni una sola vez la palabra “tablet”, mientras que la palabra “laptop” aparecía en tres ocasiones. Para él la distinción no parecía existir.
El problema es que sí que hay una distinción: si te compras una Surface Pro lo único que obtendrás es la tableta. Sin más. Una tableta potente y con una pantalla fantástica a la que le podrás conectar una pantalla, un ratón y un teclado externo, pero una tableta al fin y al cabo. No te llevarás a casa un portátil. Ni siquiera un tablet convertible.
Para lograr que la definición de Panay se cumpla necesitarás invertir los 180 euros del teclado para Surface Pro Edición Signature. Si además quieres aprovechar las capacidades de escritura y dibujo, suma los 99 que costará el lápiz Surface.
La Surface Pro no es barata —el modelo que hemos probado cuesta 1.499 euros— pero es que como decimos ese precio no es el de ese “portátil” del que habla Panay, porque para eso tenemos que sumarle esos 180 euros de la funda teclado. Tenedlo en cuenta si estáis pensando en adquirir esta máquina.
El teclado destacable…
Dejamos a un lado el debate sobre si Microsoft debería aclarar mejor esos términos de venta para centrarnos en los dos accesorios que completan a la Surface Pro. El teclado para Surface Pro Edición Signature y el Lápiz Surface (Surface Pen) permiten sacar todo el partido del equipo de forma natural (y oficial), y lo hacen además con brillo propio.
Para empezar, el teclado. Microsoft ya aplicó el tejido Alcantara en estos teclados en las generaciones previas de Surface, así que nos encontramos ante ese viejo conocido que ahora ha sido también utilizado en los Surface Laptop.
El material, como dijimos en nuestro análisis de esos portátiles puros de Microsoft, es agradable al tacto, pero a pesar de ello queda siempre la sensación de que el paso del tiempo podría perjudicarle de forma notable. En Microsoft han indicado que se ha añadido una capa de poliuretano para mejorar la resistencia a salpicaduras, líquidos o manchas, pero es difícil saber cómo se comportará ese material a largo plazo.
Ese material es en realidad secundario, porque lo realmente importante es que el comportamiento del teclado es fantástico. Como en anteriores versiones del Surface Pro, disponemos de ese mecanismo magnético que permite acoplar el teclado a la pantalla de la tablet y aplicar al mismo tiempo una ligera inclinación.
En ese modo la delgadez del teclado hace que la pulsación de las teclas provoque cierto “hundimiento” del teclado, sobre todo si tecleamos con cierta fuerza. No es preocupante, pero en mi caso prefiero dejar el teclado apoyado por completo en la superficie en la que estoy escribiendo.
El recorrido y tacto de las teclas es igualmente notable, y en nuestras pruebas en un test rápido de escritura pudimos comprobar cómo es fácil acostumbrarse a este accesorio: lograr más de 90 palabras por minuto fue la norma en dichas pruebas. El touchpad tiene un tacto suave y agradable y la respuesta es también excelente. Aunque el tamaño está limitado por las propias dimensiones de la tableta, no tuvimos ningún problema en este caso.
… y el lápiz, aún más
El nuevo lápiz Surface (Surface Pen) es la parte del Surface Pro que más ha cambiado en esta nueva versión. De hecho se vuelve a confirmar esa apuesta tan curiosa de Microsoft por los “creadores” en los últimos tiempos con un accesorio que da una vuelta de tuerca a lo que ya conocíamos en el pasado.
A nivel de diseño nos encontramos con un lápiz achatado en dos de sus extremos para una mejor ergonomía. Contamos con diferentes puntas intercambiables para variar el grosor de esas puntas, y además le decimos adiós al clip que antes formaba parte de ese diseño y que ya no está presente. El imán con el que es posible acoplar el lápiz a los laterales sigue funcionando, pero la verdad es que el clip nos gustaba en versiones anteriores del Surface Pro y lo echamos de menos.
Las mejoras afectan por ejemplo a los niveles de presión soportados, que pasan de 1.024 a 4.096. Aquí es difícil apreciar la mejora respecto a la edición anterior (al menos es difícil para nosotros), pero es evidente que dicha evolución será muy bien recibida por los artistas y diseñadores que manejan con precisión este accesorio.
Más importante es la reducción en la latencia del lápiz, que ahora es de 21 ms. Eso significa que la respuesta del lápiz es casi instantánea, y que la sensación, sin ser idéntica a la de dibujar o escribir con lápiz y papel, es bastante aproximada. Una prueba típica, hacer círculos rápidamente en la pantalla, deja claro que esa latencia le sienta muy bien al lápiz aunque quede claro que hay aún algo de margen de mejora.
También ha cambiado la presión necesaria para comenzar a dibujar o tomar notas: bastarán 9 gramos de fuerza en lugar de los 20 de versiones anteriores, y el detector de inclinación habilita nuevas opciones para los artistas. Es cierto que puedes dibujar con el lápiz muy inclinado, y de nuevo creemos que esta opción será especialmente útil para artistas y creadores que puedan explotar esa “amplitud” de movimientos gráficos. El lápiz cuenta con una pila AAAA que según Microsoft puede aguantar varios meses sin necesidad de cambiarla.
Como aficionado ocasional a dibujar debo decir que hacerlo en una pantalla sigue resultándome algo extraño, pero desde luego el Surface Pro y este lápiz relajan esa sensación. En mis pruebas quedó claro que los antiguos problemas de detección de la palma están totalmente olvidados, y que ese tiempo de respuesta y ese buen soporte de la inclinación o los niveles de presión se traducen en una experiencia de dibujo y toma de notas fantástica.
Eso, unido a esa apuesta de Microsoft por su tecnología Windows Ink, cada vez más presente en aplicaciones de la suite Office o en Microsoft Edge, hace que la toma de notas y el uso del lápiz se extienda a muchos más ámbitos si así lo queremos. Puede que en muchos escenarios el lápiz no tenga demasiado interés, pero desde luego hay varios segmentos en los que esa ambición de Microsoft puede tener muchísimo sentido.
Aquí, eso sí, hay que señalar el otro gran cambio que Microsoft ha hecho en el lápiz. Se trata de uno importante, porque este accesorio ya no está incluido con la tablet, como sí ocurría con las cuatro generaciones previas de este tablet convertible.
En lugar de eso Microsoft lo vende como opción (en varios colores a juego con los de los teclados) por 99 euros, un precio que desde luego hará pensar a más de uno si merece la pena la inversión. Es una decisión en parte lógica porque el lápiz no era para todos ni para todos, pero muchos usuarios probablemente critiquen la decisión porque la tradición había convertido al lápiz en una especie de “derecho adquirido” al comprar una Surface Pro.
El rendimiento del Surface Pro, a la altura
Las pruebas de rendimiento que hemos podido realizar con el Surface Pro dejan claro que el rendimiento de los Core i5-7300U es de notable alto. Estos son los números que hemos obtenido en las pruebas de rendimiento general con PCMark y en las gráficas con 3DMark.
Surface Pro (2017, Core i5-7300U) | Lenovo Yoga 900 (Core i7-6500U) | Dell XPS 13 (9350, Core i5-6500U) | Samsung Galaxy Book (Core i5-7200U) | |
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PCmark Home | 2.681 | 2.841 | 2.827 | 3.160 |
PCmark Creative | 3.865 | 3.722 | 3.793 | 3.962 |
3DMark Cloud Gate | 5.556 | 5.472 | 5.613 | 4.962 |
3DMark Ice Storm | 38.284 | 60.246 | 51.315 | 50.491 |
No hay demasiadas sorpresas ni para bien ni para mal, con un comportamiento “normal” para un dual-core como el Core i5-7300U que con sus 15W de TDP y su tecnología de 14 nanómetros destaca en otro apartado mucho más importante para este formato: la eficiencia.
Esas pruebas se completan con las que realizamos a través de la aplicación Geekbench 4, que dio 3.568 puntos en single-core y 7.028 puntos en multi-core, lógicas de nuevo para un modelo con tan solo dos núcleos a una frecuencia de base de 2,6 GHz.
Más interesantes fueron los números de la unidad de almacenamiento. El SSD de la unidad SSD Samsung PM971 hace uso de un formato BGA que permite reducir dimensiones frente al ya de por sí compacto formato M.2. El rendimiento es desde luego fantástico para un equipo de este tipo: 1.598 MB/s y 836 MB/s en lectura y escritura secuencial según CrystalDiskMark.
Usando el nuevo Surface Pro como portátil
Si nos centramos en las “sensaciones” y en la parte más experiencial del análisis, lo cierto es que nos encontramos ante una gran evolución de un formato que está claro que Microsoft ya tiene muy pulido.
Como sucede con otros equipos que he analizado recientemente —Surface Laptop, Samsung Galaxy Book—, tengo mis reservas con ese formato 3:2 que han adoptado estos convertibles. Sigo creyendo que para sesiones de trabajo multitarea con un par de ventanas a cada lado un formato de pantalla 16:9 es más interesante y da más juego, como también lo hace con los contenidos de vídeo.
Algo parecido me ocurre con este tipo de teclados con soporte abatible en la parte trasera: tener estos equipos sobre las piernas no es tan cómodo como tener un portátil convencional, y aunque ese escenario puede ser anecdótico, quien quiera llevarse el equipo para usarlo sobre sus piernas a menudo debería tener esto en cuenta. Se puede usar perfectamente sobre las piernas, pero desde luego un portátil tradicional o un convertible con teclado rígido es probablemente mejor opción por comodidad.
Si salvamos esos dos puntos, tenemos ante nosotros un candidato estupendo para convertirse en nuestro equipo de trabajo y, casi, de ocio. La gráfica integrada no puede con juegos exigentes, pero desde luego sí es suficiente para un buen número de títulos de última hornada si uno es humilde con el nivel de detalle o la resolución de pantalla.
Esa pantalla, por cierto, es como ocurría en anteriores ediciones del Surface Pro una pequeña maravilla. Fantástico contraste y brillo, tonos naturales y honestos (apenas saturados, a diferencia de la espectacularidad de las pantallas AMOLED de Samsung), y una definición excelente que hacen que trabajar con el equipo sea una gozada.
Como apuntaba en las pruebas de rendimiento, puede que ese Core i5-7300U no sea una bestia de proceso, pero ayuda mucho a la autonomía que ronda sin problemas las nueve horas en sesiones de trabajo convencionales con varias aplicaciones abiertas (navegador, clientes de mensajería, contenidos de audio y vídeo ocasionales, sesiones con Word o Excel).
La recarga con el adaptador de 44W de Microsoft lleva casi tres horas de 0 al 100%, mientras que si solo queremos cargar la mitad de la batería lo lograremos en unos 70 minutos. Aquí es interesante además cómo Microsoft ha establecido perfiles rápidos de ahorro de energía para los usuarios:
En los parámetros de la batería podremos establecer perfiles rápidos de consumo para controlar las preferencias de voltaje y frecuencia de los núcleos del procesador y la GPU, y la prioridad que se concede a cada uno de ellos. Un acierto para los que quieran sacar aún más provecho de esa autonomía que ofrece el Surface Pro.
Surface Pro, la opinión y nota de Consultores-TIC
La última de las iteraciones de la familia Surface Pro ha demostrado con creces su nivel de madurez: poco podían cambiar a nivel externo (veremos si las pantallas sin marcos acaban adoptándose aquí también), mientras que a nivel interno las mejoras son lógicas y aportan sobre todo a la eficiencia.
Nos encontramos por tanto con un Surface Pro que mantiene exactamente la misma apuesta que sus antecesores, y si vas a disfrutar de el formato tablet tanto o más que del formato portátil es un equipo que te va a proporcionar muchas alegrías.
Sin embargo si el “modo portátil” es preferente en tu rutina diaria, quizás deberías dar una oportunidad a otros tipos de equipo, tanto portátiles puros como portátiles convertibles con teclado físico rígido que se desacopla o que gira 360 grados.
Con el Surface Pro nos encontramos además con un aspirante a sustituir a nuestro PC o portátil convencional (o a los dos) que puede cumplir ese papel en muchos apartados pero que lo hace con un precio elevado: a los 1.499 euros del modelo analizado tenemos que sumarle los 280 que cuestan el teclado y el lápiz.
Creo que esta es una inversión muy fuerte y que quien la haga debe estar muy seguro de que va a aprovechar las virtudes de un formato que desde luego es interesante, pero que en mi opinión no es para todo ni para todos.
Si os decidís, podéis tener la tranquilidad de que os llevaréis a casa un equipo impecable en su construcción y rendimiento, aunque la ausencia del puerto USB-C o ese formato de pantalla sigan condicionando el ámbito de la productividad y ese futuro que debería haber tenido ya en cuenta a ese tipo de conector junto al USB tradicional.
8,8
9,25
A favor
- Construcción sólida y sin fisuras
- Autonomía notable
- El teclado y sobre todo el lápiz se comportan de forma fantástica
En contra
- Echamos mucho de menos el puerto USB-C
- No incluye el lápiz, y no es un equipo barato
El ordenador ha sido cedido para la prueba por parte de Microsoft. Puedes consultar nuestra política de relaciones con empresas
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